lunes, 9 de noviembre de 2015

Parados al borde del capitalismo

por Néstor R. Martiarena

¿Qué ha caracterizado al capitalismo de las últimas décadas? Primero, que en su fase actual se ha nominado con el elegante eufemismo “globalización”. Segundo, la aplicación generalizada de las recetas políticas y económicas del neoliberalismo. Tercero, la implantación global de la lógica de redes, pero con una finalidad económica y utilitaria, procurando una compleja trama, material y virtual, que en última instancia favorece el tráfico de información y agiliza las decisiones mercadotécnicas y estratégicas en favor de los intereses financieros y empresarios transnacionales. Cuarto, que ha tendido a la construcción de un sujeto social caracterizado por el consumismo, el individualismo, la banalidad, la atomización de sus raíces comunitarias, un auténtico “autómata global” alienado al servicio del capital.

Paradójicamente, aunque en apariencias el capitalismo se muestre acentuado en sus prácticas, los análisis de economía política desde una perspectiva crítica coinciden en señalar su crisis a nivel mundial, especialmente desde 2007 en adelante. Por caso, tras un profundo análisis, Atilio Borón (2014) plantea que

"...estamos ante una crisis de enormes proporciones y cuya evolución nada tiene que ver con la trayectoria de una benigna V (caída e inmediato rebote de la economía) sino con una deprimente L (caída y lentísima recuperación, si es que se produce, como le ha venido ocurriendo al Japón desde hace unas dos décadas)" [...] " estamos ante una crisis cualitativamente distinta a todas las que le precedieron. Muchísimo más compleja y verdaderamente mundial, y articulada con otras: la del petróleo, cambio climático, agua, alimentos, más allá de los aspectos propiamente económicos y financieros, en una combinación que jamás se había presentado en la historia del capitalismo. Todo esto habla de una resolución que, bajo el sistema actual, sólo podrá ser lenta, parcial e insatisfactoria. Más que resolución, simples paliativos que despiertan la furia de los “indignados” que se multiplican en las metrópolis del capitalismo."


Lenin planteaba que “el capitalismo sólo caerá si hay una fuerza social que lo haga caer”. Y por lo pronto, más allá de que estén dadas las condiciones objetivas para la superación del capitalismo, la opción subjetiva, el sujeto social que opere como alternativa poscapitalista, aún no se ha configurado suficientemente.

¿De dónde provendrá este sujeto? ¿De la conversión del capitalismo globalizado hacia el mentado capitalismo social? ¿Del resurgimiento del socialismo con bemoles regionales, étnicos y populistas? ¿De los nuevos movimientos sociales complejamente articulados en diálogos e interacciones que combinan compleja, dinámica y variablemente expresiones de diversos espacios del arco ideológico? ¿De alguna otra propuesta o construcción política e ideológica?

Borón (2008:101-135) sugiere como respuesta el socialismo, pero plantea tres condiciones para materializarlo en el presente mundial y latinoamericano:

1. Los valores y principios modulares del socialismo actual (altruismo, solidaridad, democracia, respeto a la naturaleza y aprecio de la sociodiversidad) demuestran su superioridad ética frente al capitalismo. A su vez, hay algunos antivalores del antiguo socialismo que habrá que evitar repetir: estatismo, populismo, totalitarismo, idolatría de la tecnología, resignación ante la lógica del capital.

2. El programa del proyecto debe ser claro y asumir al menos dos programas: planificación económica que se ajuste a las necesidades concretas y particulares de América Latina, sin que se imiten modelos extranjeros; y la superación del “pensamiento único” socialista, admitiendo una superación dialéctica del mismo, donde el socialismo pueda reinventarse, asumir nuevas alianzas, romper viejos esquemas y generar nuevas estrategias capaces de refundar la realidad.

3. El sujeto histórico del proyecto, debe ser el ser humano considerado en su condición de sujeto social, agrupado, asociado, organizado, cooperativo. Los sujetos actuantes de manera individual y aislada sólo podrían reproducir una vez más las estructuras capitalistas. Sólo el sujeto social organizado podrá resistir al capitalismo y generar alternativas. Dicho sujeto social indudablemente está hoy fuertemente enraizado en los nuevos movimientos sociales, asociaciones comunales, movimientos juveniles y de género, defensores de los DD.HH., ecologistas, pacifistas, movimientos de pueblos originarios.

En un sentido similar Marta Harnecker, citada por Hamburger (2014:140-141) propone cinco “rasgos del socialismo del siglo XXI” en perspectiva latinoamericana, a saber: el hombre como ser social; el pleno desarrollo humano; una democracia participativa y protagónica; un nuevo modelo económico; y un alto grado de descentralización que permita un real protagonismo popular.

En consecuencia, para dar respuesta a las preguntas antes realizadas, hay que considerar también que los gobiernos progresistas latinoamericanos de la última década si bien implicaron fuertes cambios en la correlación de fuerzas en el plano político, no trasladaron tal implicación con idéntica profundidad a los planos ideológico y político-económico.


Concordamos con Gambina y Elías (2014:19) cuando se plantean: “¿En qué medida estos gobiernos acercan, estancan o incluso alejan al movimiento social y popular de escenarios de transición hacia proyectos político-económicos más radicales, de transformaciones estructurales a favor de la población? Recuperar un análisis de clase de tales gobiernos se torna imprescindible”.

En este marco de transición posible, en marcha pero inconclusa, hacia alternativas al desarrollo en un contexto de crisis mundial del capitalismo, los cambios nacionales en países latinoamericanos deberían estar articulados también en la dimensión regional. La coordinación del binomio nación-región exige la capacidad para desacoplarse de la subordinación a los intereses capitalistas centrales, para dar lugar a un contrapeso autonomista regional, que en la escala continental y en un plano macroeconómico haga posible la disminución del rol latinoamericano como simple proveedor de commodities, para dar lugar a políticas sectoriales supranacionales, estructuración de cadenas de valor con eslabones compartidos entre países y mayor protagonismo en sectores que planteen productos con mayor valor agregado (Gudynas, 2013:129-160).

En lo particular de nuestra reflexión, nos interesa reconocer horizontes posibles para el desarrollo de las provincias del NOA y los territorios regionalmente próximos de otras naciones latinoamericanas. Pero una alternativa tal habrá de apoyarse en la imprescindible construcción de un sujeto social regional capaz de emprender dicho proceso de transformación en condiciones de superación dialéctica de las estructuras y superestructuras hegemónicas preexistentes. En el presente ensayo, ello nos lleva a hacernos una serie de preguntas.

¿Cómo son las relaciones de producción en Jujuy?

Un gran lastre contra la posibilidad de desarrollo de las provincias periféricas, que explica el atraso relativo de sus economías provinciales y locales, responde en muchas ocasiones a la debilidad del federalismo y de la redistribución jurisdiccional de la riqueza y las oportunidades, en un contexto de dominación y dependencia internacional, que el estado nacional reproduce y desplaza hacia sus jurisdicciones más débiles. Esta circunstancia histórica no puede obviarse al inicio de cualquier descripción que se haga de las relaciones de producción en las provincias del NOA.

El norte del país puede considerarse un ejemplo apropiado de las intermediaciones económicas y políticas que, desde la etapa del Consenso de Washington, acompañan a las facciones del capital que hoy comandan la explotación de los recursos naturales, perpetuando la dinámica de primarización económica y profundizando los mecanismos de extracción del excedente generado en diferentes territorios.


En el caso puntual de la provincia de Jujuy, y analizándolo por localidades, encontramos relaciones de producción de economías de escala fuertemente arraigadas a lo largo del tiempo (Libertador General San Martín, históricamente relacionado en su desarrollo al monopolio de la empresa papelera Ledesma; o Perico-El Carmén-Monterrico, fuertemente ligados a la dominante producción tabacalera en manos de terratenientes y empresas transnacionales, más allá de la presencia de un cooperativismo que, sin embargo, termina representando los intereses de la clase dominante jujeña).

En otras localidades se observa una ostensible crisis del sector productivo, que viene desplegándose desde la inauguración de la embestida neoliberal en tiempos de la dictadura cívico-militar. Esta circunstancia se observa especialmente en la zona de San Pedro y su vapuleada producción azucarera, y de Palpalá y su ya casi inexistente industria siderúrgica.

Las localidades quebradeñas y puneñas, históricamente ligadas a economías agropecuarias de subsistencia y a algunos grandes emprendimientos mineros (Mina Aguilar, Mina Pirquitas), han tenido un relativo repunte económico junto con la declaración de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2003, que potenció la actividad turística y hotelera; así como por la irrupción los últimos años de la minería del litio. Sin embargo, ese “repunte” es tal sólo si se lo interpreta en términos capitalistas, no si se lo analiza en términos de redistribución de la riqueza, desarrollo humano y empoderamiento efectivo de los pueblos originarios en esos territorios.

La ciudad de San Salvador de Jujuy, por su parte, como toda ciudad capital de provincia y gran asentamiento poblacional, está fuertemente anclada en su actividad a la administración pública y los emprendimientos comerciales y de servicios. No cuenta con un significativo desarrollo industrial. Si, en alguna medida, presenta algún desarrollo hotelero, insuficientemente acompañado por servicios turísticos y gastronómicos que, en calidad y cantidad, permitan competir en esa rama en igualdad de condiciones con la cercana provincia de Salta.

En general, en la provincia se observa una creciente penetración de grandes firmas multinacionales mineras y supermercadistas, la presencia de exponentes de la burguesía nacional en el sector papelero, y la creciente primarización de la economía. Se observan también algunos intentos de generación de alternativas al capitalismo con arraigo en sectores populares y un correlato ideológico étnico y plurinacional, especialmente desde las organizaciones sociales como la Tupac Amaru, pero que dependen fuertemente en su financiamiento y sustentabilidad del presupuesto del estado nacional, cuyo surgimiento se remonta a las políticas paliativas de la desocupación implementadas durante los últimos veinte años.

Debe agregarse en este análisis preliminar, que la provincia tiene reservado un papel geopolítico destacado, por la presencia de pasos internacionales a Chile (Paso de Jama) y Bolivia (paso fronterizo La Quiaca-Villazón), que la posiciona con un potencial enorme en relación a la posibilidad de integración regional transnacional.

¿Qué incidencia tienen los conocimientos locales en la economía global, en un contexto de crisis capitalista?

¿Qué papel juegan las economías locales y regionales en la actual economía mundial y en el contexto de la actual crisis del capitalismo?

Y más particularmente, ¿Qué papel juega en la economía mundial el saber y el conocimiento, en general, y el propio de cada cultura territorialmente situada?


Reflexionemos primero sobre la primera pregunta. El espacio geográfico organizado por la actividad humana se denomina territorio. El enfoque territorial del desarrollo hace referencia a los procesos de industrialización difusa que se basan en las aglomeraciones territoriales de PyMES, también denominadas clusters o sistemas locales de empresas .

En la bibliografía sobre Desarrollo muchas veces pareciera presentarse a la economía local o territorial en sí misma como una alternativa a las economías de escala y los procesos de acumulación capitalista. Sin embargo, el territorio no es un mero espacio vacío, neutral, ajeno a la lógica del capitalismo globalizado, que apenas contiene objetos y alberga una secuencia de situaciones casuales de manera ahistórica y descontextuada, como una suerte de Triángulo de las Bermudas donde las brújulas del capitalismo pierden su Norte.

Como lo plantea Jimenez (2012:267),
"[…] el espacio no pueda concebirse como una materialidad dada sino como el lugar y el resultado de las prácticas sociales, y en tanto resultado es condicionante, actúa como mediación de la acción. El espacio entonces no es simplemente el lugar material donde se desarrollan las relaciones sociales y se emplaza la infraestructura necesaria para el proceso productivo, sino que se constituye en un sujeto mismo de la producción (material, económica, social). En consecuencia la definición de lo espacial expresa la dinámica de la lucha de clases en un momento histórico específico. En este sentido, el espacio es una dimensión que, lejos de ser neutral ni mucho menos pura, habría que comprenderla en su propia historicidad."

No olvidemos entonces, al pensar en las posibilidades de desarrollo de territorios periféricos, que los mismos también están al acecho de los intereses del capitalismo en crisis sistémica global, que procura echar mano a los espacios territoriales periféricos, una vez más en la historia occidental. Siempre, ante las crisis más fuertes (aquellas que son efecto de los momentos de sobreacumulación), el capitalismo ha encontrado la solución para recuperar el equilibrio perdido en la redefinición de la geografía histórica de la acumulación. Es la lógica del imperialismo, que procura la expansión y dominación geográfica como vía para expandir también la lógica del valor a regiones poco desarrolladas y para apropiarse de la renta de nuevas zonas de explotación extractiva de recursos naturales.

Planteada esta perspectiva sobre el papel de lo local en el capitalismo tardío, volvamos a hacernos la segunda pregunta: ¿Qué papel juega en la economía mundial el saber y el conocimiento, en general? ¿Y el propio de cada cultura territorialmente situada?

A comienzos de los años ’70, el sociólogo y economista Peter Drucker no sólo impuso el concepto de sociedad de la información (que supone valorar la información como un recurso estratégico en todo sentido y en todos los campos), sino que propuso ir más allá y planteó la necesidad de una teoría económica en la cual el conocimiento fuera el recurso para la producción de riqueza (Drucker, 1993). Se anunciaba que el saber se convertiría en el recurso básico del nuevo sistema social; y que la sistematización, organización y libre circulación de la información y el conocimiento darían por resultado la multiplicación del mismo y serían el motor de la economía mundial.

Luisa Montuschi (2014), presidenta de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de nuestro país, aclara más el concepto:

"Lo que todos parecen aceptar es que el mundo, o por lo menos el mundo desarrollado, está crecientemente organizado sobre la base de una economía basada en el conocimiento (EBC), lo cual no implica por cierto que la misma esté ya inserta en una Sociedad del Conocimiento.
Tampoco resulta adecuado identificar a las EBC con lo que se ha dado en llamar economías postindustriales o de servicios. En las EBC el conocimiento debe predominar tanto en sectores productores de bienes, en muchos casos bienes intangibles, como en los productores de servicios. Además, el conocimiento característico de las EBC es mucho más que el conocimiento puramente tecnológico. También debe ser referido a aspectos culturales, sociales y organizacionales."


Este paradigma, sin embargo, había sido vislumbrado mucho tiempo antes, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial; cuando diversas fundaciones con el aval del gobierno de EE.UU. impulsaron la ciencia cognitiva y el desarrollo tecnológico digital: Fundación Macy, Fundación Hixson, Fundación Ford, Fundación Sloan (Gardner, 1996:26-54). Este dato histórico no es menor, pues habla de la relación ideológica entre el paradigma de la economía del conocimiento, el capitalismo y el imperialismo.

Hoy día es innegable la centralidad de la información, la tecnología y el conocimiento en general (desde el más complejo saber científico, hasta el más simple saber hacer y saber tácito), para la gestión política, productiva, comercial y financiera. Hoy más que nunca el saber es poder y la plusvalía ha refinado sus métodos al extremo de idear dispositivos de gestión organizacional que permiten la explicitación de los saberes tácitos del colectivo obrero en beneficio del capital.


Esta elucidación crítica no debe perderse de vista al momento de considerar la factibilidad de una economía del conocimiento. Para que no se trate de un engaño, una trampa, tal debate corresponde darse en un terreno metacognitivo que nos lleve a preguntarnos antes que todo: ¿Corresponde ingresar a la economía del conocimiento tal como está planteada en el capitalismo tardío? ¿Es posible adaptar la noción para reconsiderarla en un contexto poscapitalista? ¿Qué tipo de conocimiento queremos que sustente nuestra economía y para qué? ¿Desde cuál, y hacia cuál, posición estratégica en el contexto de las naciones pretendemos promover una economía de estas características? ¿En relación a qué sujeto social deseable?

Volvamos a la última parte de la segunda pregunta de este apartado: ¿Y qué papel juega en la economía mundial el saber y el conocimiento propio de cada cultura territorialmente situada?

Se puede perfectamente afirmar que las economías locales están siendo gradualmente más importantes en su contribución a la innovación y la alta tecnología. Empiezan a darse articulaciones entre conocimiento y territorio, donde cada vez más frecuentemente se materializan nociones como innovación desde los territorios, aprendizaje colectivo, surgimiento de regiones cognitivas con identidad propia, exteriorización y explicitación del conocimiento tácito local, regiones aprendedoras, regiones inteligentes o medios innovadores (Boisier, 2005:50).

¿De dónde debería provenir la fuente de eficiencia de la economía en regiones, países y territorios poco desarrollados? Pareciera que la especialización en derivaciones tecnológicas que se hagan posibles a partir de la propia cultura y patrimonio cultural resultarían una estrategia recomendable, como una alternativa superadora del esquema de acumulación capitalista basado en la economía de escala, las grandes empresas y la primarización extractiva.

¿Es posible, para las provincias económicamente periféricas de Argentina, por caso Jujuy, integrar un sistema de desarrollo regional-local especializado en productos y servicios con un matiz local distintivo, con un importante componente tecnológico producido localmente, capaz de aprovechar los mercados externos para comercializar su producción y posicionarse competitivamente?

Antes de avanzar, recalquemos, para que el árbol no oculte el bosque, que el potencial cognitivo de un territorio nunca será en sí mismo la panacea para el desarrollo, si es que no se integra a un programa nacional, regional y continental de características geopolíticamente emancipatorias, ideológicamente orientado al desarrollo humano y el respeto al medioambiente y la diversidad, y económicamente superador del sistema de acumulación capitalista y la violencia imperialista que este conlleva.

Si estas condiciones no se alcanzan, a lo sumo existirá crecimiento económico en un contexto alineado a intereses extraños; pero no desarrollo enmarcado en y orientado hacia la propia identidad y bienestar.

¿Y los conocimientos locales andinos?

¿Qué valor tiene el saber y el conocimiento para la cosmovisión de las culturas del NOA, sur de Bolivia y norte de Chile? ¿Cómo esos conocimientos podrían aportar valor agregado a la producción económica regional y local?

Para reflexionar sobre los saberes locales y planificar su uso inteligente y provechoso en términos de desarrollo humano y económico, es fundamental multiplicar los ámbitos en los que se debata sobre estas cuestiones y, sobre todo, poner a conversar diversos sectores y actores. Aquí, por caso, para empezar a responder estas preguntas, se rescatan algunas percepciones de un conjunto de entrevistados vinculados a los ámbitos de la educación superior y la gestión pública en la provincia de Jujuy.


“En las culturas ancestrales de esta Región, integrada actualmente por tres países latinoamericanos, se basan los saberes y conocimientos con una identidad común y a la vez con una gran diversidad. Dichos conocimientos le aportan valor agregado a cualquier tipo de producción económica regional y local. Como ejemplo podemos tomar la Producción de la Quinoa y en general, de la Agricultura familiar, ya que poseen tecnologías propias de esos saberes.” (Betina Claudia Demattei. Abogada y procuradora. Asistente Técnica y Legal del Centro de Referencia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en la Provincia de Jujuy. Miembro Permanente de la Junta Ejecutiva del Consejo Provincial de la Mujer y del Consejo Provincial de Discapacidad. Miembro alterno de la Mesa Nacional de Desarrollo Rural para la Justicia Social en Jujuy)

“En el NOA, particularmente el conocimiento tradicional o académico, se ve potenciado con el “saber” o conocimiento que fue trasmitido de generación en generación relacionado con el saber cultural, los saberes ancestrales que identifican a una cultura. Este valor agregado permite que la sociedad reconozca sus raíces y genere fortalezas y oportunidades para el desarrollo local.” (Gladis Antonia Apaza. Licenciada en Psicología. Docente universitaria. Trabajadora de salud mental en hospital público)

“El saber y el conocimiento en la Cultura Andina todavía se encuentra silenciado y hasta mutilado, porque dispone de asistencia técnica y financiera limitada para la recuperación y producción de saberes y conocimiento en contexto. Estos podrían aportar valor agregado a la producción económica regional y local, definiendo políticas de conocimiento prioritarias para el desarrollo de los pueblos, cuya responsabilidad social sería de las Instituciones de Educación Superior de Frontera, donde sus investigadores produzcan conocimientos relevantes, difundan sus resultados y efectúen transferencias concretas.” (Cristina Figueroa. Profesora de Ciencias de la Educación, especialista en Didáctica y Docencia Superior)

“No sé si podré hablar de saber y conocimiento para incorporar valor agregado a la producción, en este momento y dadas las políticas económicas tan dependientes a la economía central, somos un zona de producción primaria que se primariza cada vez más y no se posibilita incorporar valor agregado a la producción, no sólo por los costos, sino porque es muy difícil acceder a tecnología de punta. Aun cuando las grandes empresas que colindan con nuestros países limítrofes son multinacionales.” […] “Cuando hablamos de saber tenemos que considerar de qué estamos hablando, si es un saber sobre servicios que hacen a la economía nacional, regional y local convendría conocer cuáles son los programas de desarrollo, en Argentina, al menos no se observa una linealidad en cuanto al desarrollo económico regional ni de servicios, menos en nuestra provincia que es una economía regional desbastada. El conocimiento puesto al servicio del desarrollo es fundamental, pero aparentemente existe una contradicción entre el conocimiento que fluye desde los avances científicos tecnológicos y la aplicación en relación a las necesidades como país y región.” (Elizabeth Bellavilla. Magister en Educación. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Salta en la Carrera de Ciencias de la Educación)

Estos sentidos apenas son una reducida muestra exploratoria de las percepciones que tienen algunos actores del campo de la educación superior y la gestión social en la provincia de Jujuy. Esta indagación debe proseguir y profundizarse. Particularmente parece interesante indagar la percepción y posición de otros actores, especialmente los nuevos movimientos sociales que han venido arraigándose en la sociedad del NOA y, que como desarrollamos más adelante, tienen un rol protagónico en el despliegue de alternativas para el desarrollo en Latinoamérica.

¿Existen estructuras institucionales y jurídicas para impulsar una economía basada en el conocimiento regional?

Algunos ejemplos concretos nos darán una punta del ovillo de respuestas posibles.

En lo referente a estructuras institucionales, de la entrevista realizada al ingeniero Gustavo Lores, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Jujuy, surgen muestras de instituciones orientadas a la integración regional, en políticas relativas al conocimiento.

Uno de los organismos referidos es la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR) . Se trata de un proceso de integración regional de tipo horizontal que conforma una sub-región dentro del MERCOSUR. Conforman el área ZICOSUR, las provincias argentinas de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones; los departamentos bolivianos de Beni, Cochabamba, Chuquisaca, Oruro, Pando, Potosí, Santa Cruz y Tarija; el estado brasileño de Matto Grosso do Sul; las regiones chilenas de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Atacama; la totalidad de los departamentos de Paraguay y desde el 2011 los departamentos del sur del Perú: Arequipa, Moquegua, Puno y Tacna. Si bien este bloque existe desde el año 1997, recién logró conformar su estructura institucionalidad a fines del año 2005.


A su vez, en el contexto de ZICOSUR y en lo relativo a la comunidad universitaria de la zona, en tanto motor de la producción y aplicación de conocimientos locales, existe el Consejo de Rectores por la Integración de la Subregión Centro Oeste de Sudamérica (CRISCOS) . Se trata de un organismo subregional; sin fines de lucro; dedicado a la integración y colaboración interuniversitaria, estando constituido por universidades del noroeste de Argentina (Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca y la Rioja), de toda Bolivia, del norte de Chile y sur del Perú, representadas por sus rectores.

La finalidad fundamental de CRISCOS es profundizar el camino de la integración de los pueblos de Sudamérica y en particular, de la subregión centro oeste, con el propósito de ampliar las bases de la cooperación académica, científico-tecnológica y cultural entre las universidades ubicadas en la referida zona geográfica.

Por otra parte, en lo referido a estructuras jurídicas a ser tenidas en cuenta para avanzar en la implementación de políticas orientadas a una economía basada en el conocimiento en esta región transnacional, no se puede dejar de mencionar la nueva constitución boliviana.

En ella se da expresa importancia y protección jurídica a los patrimonios culturales y recursos económicos que estos generen, declarándose la protección a la propiedad intelectual de saberes y conocimientos propios del país. En similar sentido, la actual constitución de Bolivia se expresa a favor de la promoción de la ciencia y la tecnología. Se destaca así mismo la prohibición expresa que hace de patentes sobre la biodiversidad y en lo relativo a transgénicos, como un modo de garantizar la soberanía agroambiental.

En lo relativo a desarrollo económico, la constitución boliviana pone al poder ejecutivo en la obligación de presentar periódicamente Planes de Desarrollo Económico y Social, que deberán ser aprobados por el poder legislativo. E instituye las Zonas de Seguridad Fronteriza, de 50 kilómetros de ancho a lo largo de toda su frontera con otros países, para las cuáles determina un régimen especial de desarrollo.

En tal sentido, la provincia de Jujuy y otras que limitan con Bolivia, deberían estar atentas para negociar y dispuestas a articular sus políticas de desarrollo con las de los territorios bolivianos correspondientes a dicha Zona, en pos de hacer posible algún tipo de clusters económicos en los territorios fronterizos de ambos países.

Sería recomendable que las legislaturas del NOA estudiaran y debatieran a fondo sobre transformaciones constitucionales provinciales, en pos de favorecer la integración para el desarrollo conjunto con los territorios de las naciones vecinas.

¿Qué papel pueden jugar en este proceso de desarrollo los movimientos sociales y populares?

¿Cómo los movimientos populares con tendencia regional y transnacional de Argentina, Bolivia y Chile, se articulan y se podrían articular en la construcción conjunta de una economía apoyada en el conocimiento, de perfil e identidad propia, territorial y culturalmente situada?


A partir de la crisis del capitalismo, durante los últimos 20 años, se hace crecientemente visible la emergencia de movimientos sociales transnacionales que expresan articulaciones sostenidas de sus miembros de base (campesinos, sectores urbanos empobrecidos, trabajadores sindicalizados). Estos movimientos sociales están mostrando la
"...capacidad de configurarse como sujetos sociopolíticos, y dicha capacidad, presupone ser un actor social. Los actores se constituyen en sujetos en la medida que se integran a un proceso de inserción ampliada en la vida social que implica el desarrollo de sus luchas, niveles de organización y de su conciencia en procesos de encuentro y confluencia con otros. La dimensión transnacional de la acción colectiva alude al desarrollo de respuestas colectivas al proceso de reestructuración y crisis del capitalismo. Se puede diferenciar entre los movimientos que modifican algún elemento en conflicto, de aquellos que postulan cambios importantes en su dinámica y, más aún, los que quieren cambiar el sistema (Rodríguez y Bartolomé, 2012:159-160)."

En términos de desarrollo, el papel de estos movimientos sociales podría relacionarse con la noción de contradesarrollo o desarrollo alternativo que sugiere Veltmeyer (2003) como salida del neoliberalismo, noción emparentada con la de desarrollo local como empoderamiento de la sociedad local (Boisier, 2005:55). Desde tales perspectivas, cada pueblo con referencia a sus valores y sobre la base de la acción autónoma, apoyado en sus organizaciones, construye su futuro.

En la economía jujeña, del NOA y de los territorios próximos chilenos y bolivianos, dada la fuerte presencia de circuitos de economía informal y de subsistencia (Arroyo, 2003:9-11), se hace recomendable que las políticas de desarrollo consideren opciones del contradesarrollo o desarrollo alternativo tales como los créditos a microemprendimientos; el desarrollo a escala humana planteado por Max-Neef a partir de experiencias comunitarias en Ecuador y Brasil; la noción neo-cepalina (Sunkel, Stiefel, Wolf, Hirschmann) de participación en el proceso de desarrollo y ampliación de la base social del proceso productivo; o la perspectiva teórica y organizacional para la formulación de proyectos emprendedores de DAMNE (Desarrollo Alternativo para Mujeres en una Nueva Era).

Pero más allá de la combinación de las diferentes opciones de desarrollo alternativo que se pongan en práctica en los sectores vulnerables de la sociedad, si se quiere generar desarrollo económico se requerirá cultivar la cultura del encadenamiento productivo y la asociatividad entre los emprendimientos y proyectos de desarrollo centrados en sectores populares, de modo tal que en la unión o agrupamiento productivo de los mismos se consolide una cultura comunitaria que efectivamente fortalezca la región.

Es un dato alentador para pensar como viable la posibilidad de, no solo resistir al capitalismo tardío en crisis, sino también construir alternativas regionales de desarrollo a partir de la acción de los movimientos sociales, saber que vienen prosperando en la práctica una serie de acciones sociales que se han transnacionalizado. Ello da lugar a la configuración de un mapa regional que se hace cada vez más diverso, complejo y, por qué no, revolucionario, orientado a una modalidad de desarrollo que incluye la dimensión humana como base de cualquier posibilidad de crecimiento y desarrollo.

"Estos movimientos sociales transnacionales tienden al desarrollo de estrategias multiescalares de acción, donde el espacio se presenta como una red habilitante de oportunidades de resistencia y proposición. Su estrategia trasformadora sigue trayectorias no lineales. […]
A partir de un núcleo de cuestiones sectoriales definidas a nivel de territorio, por un lado construyen estrategias de acción transnacional que abrazan los lugares concretos donde sus miembros disputan (fortaleciendo su posición en un conflicto local, formando recursos humanos, acompañando estrategias de incidencia política, impulsando campañas temáticas, etc.) y, al mismo tiempo, abordan cuestiones de escala global, como las consecuencias del cambio climático, la crisis alimentaria, el acceso al agua entre otras.
Esta multiescalaridad se despliega a partir de la constitución de América Latina como “territorio de referencia” que, a la vez, acompaña el desarrollo de su identidad sociopolítica. Se trata de una construcción simbólica sostenida en una lectura de procesos materiales en el curso de constitución de la “fábrica global” y la geopolítica de la multipolaridad que reconfiguran las nuevas centralidades del capitalismo existente (bajo la tensión EUA-China tal como se viene manifestando en el continente). (Rodríguez y Bartolomé, 2012:171-172)."

Para el caso del NOA, existen bastantes similitudes y aproximaciones entre algunas organizaciones sociales de esas provincias y los movimientos sociales que dan sustento al poder político del actual gobierno boliviano. Esta circunstancia histórica regional debería ser tenida en cuenta a la hora de avanzar en políticas públicas para el desarrollo.

Más preguntas que quedan abriéndose


Al cierre del presente ensayo, se abren aún más y más preguntas que ayudarán a seguir pensando.

¿Qué experiencias y antecedentes existen en Jujuy y los territorios limítrofes de Bolivia y Chile, de políticas educativas, formativas y culturales, orientadas a aprovechar los saberes y conocimientos propios de las culturas locales, para la promoción del desarrollo económico alternativo y emancipatorio de la región?

¿De qué forma se avanza y se podría avanzar en la integración entre las provincias del NOA y las regiones limítrofes con Bolivia y Chile?
Y particularmente, ¿Qué potencialidades para el desarrollo local transnacional se abren en relación a las franjas de territorios limítrofes, de 50 kilómetros de ancho en la frontera boliviana, consideradas zonas de desarrollo singulares en la nueva constitución boliviana?

¿Cómo se vienen articulando e integrando transnacionalmente los movimientos sociales jujeños, bolivianos y del norte chileno, especialmente en relación a políticas de desarrollo humano y económico basadas en la educación, la cultura y la producción?

¿Qué políticas educativas, formativas y culturales serían factibles a futuro, de manera integrada, en Jujuy y los territorios limítrofes de Bolivia y Chile?

Se suele afirmar que para lograr un sólido desarrollo económico es necesario invertir en investigación y desarrollo (I+D), ciencia y tecnología (CyT), y educación y formación profesional orientadas a la interacción social, la construcción de conocimiento y la producción, tecnológicamente mediadas.

Para el caso de las provincias periféricas del noroeste argentino, tal “receta” no parece suficiente por sí sola. Se hace imprescindible, al mismo tiempo, transformar el equilibrio (o desequilibrio) actual en las relaciones sociales de producción. Es necesario empoderar nuevos actores que intervengan en la dinámica de tales relaciones aportando un contrapeso alternativo que condicione a los sectores hegemónicos y al estado capitalista-populista.

Nuevos movimientos sociales, cooperativas de trabajo, microemprendedores auto organizados en redes, asociativismo entre Pymes y toda forma de organización cívica o empresaria que se oriente hacia la defensa y construcción de alternativas económicas que promuevan la propiedad colectiva de los medios de producción y la redistribución de la riqueza, serán fundamentales para lograr el desarrollo económico y humano en estas provincias y en la región pensada en su dimensión transnacional latinoamericana.

El avance que se alcance será mayor si, además de esta reestructuración del entramado de relaciones sociales de producción, la producción se orienta hacia bienes con mayor valor agregado y más competitivos en un mercado globalizado. Y ello si depende del desarrollo científico, la aplicación tecnológica, el aprovechamiento de las ventajas competitivas derivadas de la identidad y la diversidad cultural, la explicitación y perfeccionamiento de saberes tácitos incorporados en la comunidad y el patentamiento internacional de los conocimientos localmente producidos, preferiblemente en términos de propiedad colectiva o de propiedad del Estado en tutela del patrimonio local o nacional.

En cuanto a los aportes que la cultura de nuestros territorios podrían hacerle al desarrollo económico y productivo, y como parte de las políticas de empoderamiento y desarrollo alternativo de los sectores vulnerables de la sociedad, seguramente jugarán un papel destacado la promoción de emprendimientos de manufacturas alimentarias con valor agregado a partir de materia prima autóctona (quinoa, cañihua o cañahua, kiwicha o amaranto, tarwi o lupino, papas andinas, palta, choclo, cayote, carne de llama, quesillos, etc.), que además contribuirían a la soberanía alimentaria.

La región presenta potencial productivo a partir de su cultura y de sus saberes. La industria cultural folklórica, la vestimenta étnica, el turismo de aventura y el turismo étnico, son algunos ejemplos muy simples y factibles de desarrollar en el corto plazo.

En definitiva, ¿Es posible en la región el desarrollo centralmente basado en el conocimiento, la educación, la formación y la reapropiación de la propia cultura, en un escenario poscapitalista?

Si lo es. Aunque no será nada sencillo, ni ajeno a conflictos, tensiones y resistencias de los sectores dominantes.




BIBLIOGRAFÍA

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sábado, 10 de octubre de 2015

Según qué mida la vara, qué desarrollo se hace posible

por Néstor R. Martiarena


“…la agenda de la igualdad debe incluir, como complemento, la agenda de la

diferencia. Pero en ningún caso para hacer de la diferencia un eufemismo
de la desigualdad, sino para avanzar hacia una mayor igualdad entre desiguales. 
Hacer efectiva la universalidad de los derechos y la igualdad ante la ley
obliga a considerar las diferencias.”

La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir. 
CEPAL, 2010, pág. 45.




Este breve ensayo se concentra en algunos aspectos de la evaluación y seguimiento del Programa Conectar Igualdad (PCI), del Ministerio de Educación de la Nación.

Resulta de interés para mi proyecto de tesis doctoral, centrado en un estudio retrospectivo de las políticas educativas promotoras de la sociedad del conocimiento en el período 2003-2015, aplicadas en provincias periféricas argentinas (Cao y Vaca, 2006). Dicha tesis busca hacer un aporte para repensar, fortalecer y planificar situacionalmente futuras políticas educativas y de formación profesional orientadas al desarrollo en un contexto globalizado de sociedad del conocimiento.

En el abordaje que aquí se hace del PCI, se hace foco en el establecimiento de criterios para la evaluación del mismo, como condicionante de los efectos que la propia evaluación podría tener sobre la implementación futura del Programa.

Se toma para ello, como unidad de análisis, los documentos “Informe de Avance de Resultados 2010” del mencionado Programa y “Nuevas voces, nuevos escenarios: estudios evaluativos sobre el Programa Conectar Igualdad”, comunicación esta última publicada en 2012 por el Ministerio de Educación.


Estos informes evaluativos presentan en su introducción una descripción general de las estrategias llevadas adelante por el PCI en 2010 y 2011, señalando datos sobre su cobertura, proceso y producto; y posteriormente se concentran en comunicar los resultados de los estudios cualitativos realizados por diversas Universidades Nacionales en varias provincias, en base a una matriz de evaluación que contempló para todos los equipos evaluadores los mismos instrumentos, indicadores, dimensiones y variables.

Dicho estudio se focalizó en las percepciones, representaciones y actitudes de diferentes actores en relación a la implementación del PCI (funcionarios educativos provinciales, directores de establecimientos educativos, docentes, referentes informáticos de los establecimientos, preceptores, estudiantes y padres).


Una primera observación, para mejorar el dispositivo evaluativo y de seguimiento, sería que, al valorar las percepciones también convendría relevar qué representación tienen los mismos actores sobre desarrollo, desarrollo humano, sociedad del conocimiento, brecha digital, entre otras nociones. Así se entendería mejor qué aportes se imaginan y comprometen a realizar los propios actores, en relación a qué imaginario sobre el futuro, como contribución propia a qué políticas de desarrollo, con qué impacto imaginado en los niveles local, provincial, nacional, regional y global.

Pero yendo más a fondo en el análisis crítico de estos informes evaluativos del PCI, cabe hacerse una pregunta de profunda implicancia epistemológica: ¿Hasta qué punto la percepción de los propios actores es criterio suficiente para evaluar la eficacia de un programa de política social orientado al desarrollo? ¿No implica ello caer en cierto reduccionismo psicologista, mediante el cual se borra mágicamente de la evaluación de la eficacia del Programa a variables y factores de otros órdenes que también estarían interviniendo?

Una decisión metodológica tal parece estar en sintonía con lo que Aguilar y Ander-Egg (Matos, 2005:366), desde el enfoque de la evaluación en el proceso de intervención social, plantean sobre la evaluación de resultados. Según estos autores esta última “se establece en relación a los usuarios/beneficiarios del programa”, mientras que “cuando se tiene en cuenta al conjunto de la población (de la que forma parte los destinatarios del programa) se realiza lo que se denomina evaluación de impacto”.

Sin embargo, y más allá de las distinciones teóricas sobre cuándo es evaluación de resultados y cuándo evaluación de impacto, en el caso que estamos analizando da la sensación de que la decisión metodológica tomada sobre qué, a quién y cómo medir, resulta funcional a una invisibilización de otros datos que también contribuirían a dar cuenta de la variabilidad de la llamada brecha digital, propósito último del PCI.


La percepción y las representaciones de los sujetos, seguramente son buenos criterios para describir procesos de significación y apropiación discursiva por parte de los mismos respecto a una política pública. Pero, si se pone el foco en el desarrollo, en términos tanto humanos, como de ciudadanía y economía, ¿Alcanza la simple percepción de los sujetos para monitorear y, eventualmente, corregir la aplicación de una política pública?

Cabe indagar los supuestos que subyacen a la evaluación del Conectar Igualdad. No es lo mismo concebir al sistema educativo como claustro retraído hacia sí mismo y sin prestar demasiada atención a su relación con un contexto público más amplio y, en tal caso, limitar la valoración de los resultados del Programa al uso dado (o que los actores creen o perciben que dan) a la tecnología para complementar procesos de aprendizaje; que valorar o incluso medir contribuciones directas e indirectas que el Programa estaría aportando concretamente al desarrollo de la comunidad e, incluso, a la dinámica política y económica de un territorio, una provincia o el país.

En otras palabras, si la evaluación de resultados se limita a los usuarios/beneficiarios en un contexto institucional acotado, y la de impacto abarca al conjunto de la población; para favorecer una implementación del Programa que contribuya a una política integral de desarrollo, pareciera mucho más recomendable llevar adelante evaluaciones del segundo tipo.

Para avanzar en la crítica, incluso si el recorte epistemológico y las decisiones metodológicas siguieran reducidas al campo psi, la propia ciencia psicológica y la psicometría ofrecen suficientes fundamentos para admitir que el objeto de estudio debería ser más abarcativo. No es lo mismo valorar solo pensamientos y procesos cognitivos, que también conductas; sólo procesamientos de información y significaciones, que también capacidades, competencias y saber hacer; representaciones, percepciones y actitudes, que productos de la actividad humana, pensada esta de manera compleja (1).


¿No sería entonces necesario incluir en la evaluación y seguimiento, de este y otros programas con impacto social, el criterio de las capacidades (2) o el de las competencias (3)?

Porque si no la evaluación parece estar limitada a declaraciones verbales, muchas veces voluntaristas o incluso tendenciosas, que suelen esconder flagrantes disonancias cognitivas (4) de los actores. Cuando lo que importa a nivel de política pública es que, además de los cambios discursivos y actitudinales, se causen auténticos cambios de comportamiento y se concreten hechos claramente cargados de evidencia que justifique afirmar que se generó desarrollo.

Incorporando criterios más complejos la evaluación se fijaría en mayor diversidad de información, correspondiente a diversas áreas, actores y elementos relacionados, con diversos niveles de materialidad, que posibilite una construcción de datos más eficiente para garantizar mejoras del Programa con impacto real sobre el achicamiento de la brecha digital y el desarrollo humano.


En tal sentido, el mapeo de alcances (Earl, Carden y Smutylo, 2002), diseñado por la corporación pública canadiense IDRC (Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo), es también una opción para que la evaluación sea contextual, interactoral, participativa y pendiente no sólo de los cambios de actitudes, sino también de los cambios de comportamiento. Este método evaluativo es capaz de promover, desde una perspectiva de aprendizaje organizacional y trabajo colaborativo (en sintonía con nociones centrales de la sociedad del conocimiento), que un programa sea concebido como una organización dinámica, con objetivos, métodos y relaciones entre actores asociados, en adaptación y replanteo periódico y recursivo, sin limitarse a la concepción tradicional y lineal de impacto. Un método tal, proveería oportunidades de mejora continua y adaptación situacional de la implementación del PCI, en sintonía con las necesidades de desarrollo local que se presentaren concurrentemente.

Por último, y en línea con la idea de evaluar en términos de capacidades y competencias, y no sólo de percepciones, se sugiere también sostener estudios longitudinales de casos. Ello permitiría seguir a largo plazo los efectos del Programa Conectar Igualdad sobre los usuarios alumnos, en términos de apropiación de tecnologías y buenas prácticas, rendimientos académicos posteriores, inserción laboral y contribución a innovaciones por parte de los sujetos en seguimiento. Así mismo corresponderían estudios similares para comprender efectos históricos del Programa sobre las prácticas de otros actores (docentes, padres, directivos, etc.); o pensar la construcción de casos en términos colectivos u organizacionales (impactos a lo largo de los años sobre la dinámica de establecimientos educativos determinados, de colectivos docentes, de comunidades asociadas a determinado establecimiento, etc.).

En conclusión, la eficacia de este y cualquier programa planificado e implementado con el propósito de contribuir al desarrollo del país, exigirá siempre un dispositivo evaluativo diseñado sobre la base de supuestos epistemológicos que realmente contribuyan a la emancipación. Cualquier “punto ciego” en su diseño e implementación, a propósito o sin querer, resultará inevitablemente en una política pública que (des)ilusione, más que concrete.

La evaluación debería alentar no solo a la reflexividad de los actores sobre sus propias prácticas, sino también a la verificación y potenciación de cambios comportamentales crecientes orientados al desarrollo en un sentido amplio.



NOTAS:

(1)
Nos referimos a la concepción del término propuesta por la Teoría de la Actividad, enfoque psicosocial y filosófico que permite analizar las prácticas humanas como procesos de desarrollo que articulan dimensiones individuales, sociales, históricas y culturales. Esta perspectiva se origina en la tradición socio-histórica de la psicología soviética (Vigotsky, Leontiev), posteriormente profundizada por la corriente escandinava (Engeström). Esta teoría combina nociones del materialismo-histórico con las perspectivas socio-cultural y ecológica. En el modelo de Engeström, desarrollado a fines del siglo XX, se propone un marco conceptual y metodológico que permite analizar, comprender y representar el sistema de actividad específico que se proponga como unidad de análisis. En dicho modelo, es posible describir y establecer relaciones complejas entre los diversos elementos del sistema de actividad (elementos subjetivos y psicológicos, sociales relacionados a la comunidad que realiza la actividad y a las normas que esta construye y que la orienta en sus prácticas, elementos materiales, tecnológicos e instrumentales, resultados y productos de la actividad), así como su devenir histórico, dando cuenta de su desarrollo.
(2) De acuerdo con el Diccionario de Psicología de Friedrich Dorsch, una capacidad (en inglés, ability) es “la totalidad de condiciones necesarias para el ejercicio de una determinada actividad. Cualidades complejas, adquiridas en el curso de la vida, que como sistemas consolidados de procesos psicológicos generalizados controlan la realización de la actividad”.
(3) Se entiende por competencia a la “capacidad de articular y movilizar condiciones intelectuales y emocionales en términos de conocimientos, habilidades, actitudes y prácticas, necesarias para el desempeño de una determinada función o actividad, de manera eficiente, eficaz y creativa, conforme a la naturaleza del trabajo. Capacidad productiva de un individuo que se define y mide en términos de desempeño real y demostrando en determinado contexto de trabajo y que no resulta solo de la instrucción, sino que, de la experiencia en situaciones concretas de ejercicio ocupacional” (Alexim, Brígido y Freire, 2008). A su vez, Zavala (2003), detalla que “la evaluación de competencias y por competencias es un proceso de retroalimentación, determinación de idoneidad y certificación de los aprendizajes de los estudiantes de acuerdo con las competencias de referencia, mediante el análisis del desempeño de las personas en tareas y problemas pertinentes. Esto tiene como consecuencia importantes cambios en la evaluación tradicional, pues en este nuevo enfoque de evaluación los estudiantes deben tener mucha claridad del para qué, para quién, por qué y cómo es la evaluación, o si no está no va a tener la significación necesaria para contribuir a formar profesionales idóneos. Es así como la evaluación debe plantearse mediante tareas y problemas lo más reales posibles que impliquen curiosidad y reto”.
(4) El fenómeno de la disonancia cognitiva fue propuesto en 1957 por Leon Festinger, en su texto "A theory of cognitive dissonance". Consiste en la incomodidad mental que sucede cuando se mantienen simultáneamente dos o más creencias contradictorias entre sí, o cuando las creencias entran en contradicción con conductas que las personas ejecutan. La discrepancia experimentada obligará al sujeto a realizar algún cambio en su pensamiento, discurso o conducta para compensar la disonancia y superar el malestar psicológico que la misma ha provocado.




BIBLIOGRAFÍA

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- Matos Bazó, R. (2005) Enfoques de evaluación de programas sociales: Análisis comparativo. En: Revista de Ciencias Sociales (Ve), mayo, año/vol. XI, Nº 2. Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, pp. 360-377. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28000211
- Zavala, M. (2003) Las competencias del profesorado universitario. Madrid: Narcea.

domingo, 4 de octubre de 2015

Provincias periféricas argentinas y TIC en la educación

Por Néstor R. Martiarena

El análisis que aquí se comunica se realizó a partir de dos bases de datos del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos): la de la encuesta ENTIC (Encuesta Nacional de Tecnologías de la Información y la Comunicación) y la de la encuesta EAHU (Encuesta Anual de Hogares Urbanos), ambas realizadas durante el tercer trimestre de 2011. El procesamiento de datos se realizó mediante el software estadístico Infostat versión 2013.

Se trata de una caracterización del uso de TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en Argentina, diferenciando como es en las diversas áreas territoriales que componen el país. Para ello, seguiremos la clasificación planteada por Cao y Vaca (2006), quienes definen las áreas territoriales en función de su grado de desarrollo económico.

Según Cao (2001), a grandes rasgos se pueden establecer tres grandes conjuntos de provincias en función de su desarrollo económico y social:

• Área Central: Posicionada sobre el centro - este del país, se caracteriza por ser el área en donde las relaciones sociales modernas encuentran su mayor nivel de expansión y por presentar una concentración de población y un aparato productivo de dimensiones muy superiores al que se observa en las otras áreas del país.

• Área Periférica: Comprendidas por las provincias de la franja norte del país y del centro - oeste, se caracterizan por haber sido durante buena parte del último siglo y medio, el punto de partida de migraciones hacia el área central y por exhibir una extendida presencia de formas de producción no capitalistas. Estas dos características inducen que, en términos relativos, en esta área se encuentre el menor nivel de ingreso per – cápita y los índices de mayor deterioro social.

• Área Despoblada: Posicionada sobre el sur del país, se caracteriza por la baja densidad poblacional relativa, fruto del tardío proceso de ocupación y desplazamiento de la población aborigen (fines del Siglo XIX). Dentro de su aparato productivo se destaca la existencia de algunos emprendimientos muy desarrollados - particularmente el petrolero y el complejo turístico – conviviendo con explotaciones ganaderas extensivas.

Según Cao y Vaca (2006), desde fines del Siglo XX y hasta la actualidad existen las siguientes áreas, compuestas por las siguientes jurisdicciones:

• Área Central: CABA, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe
• Área Periférica Intermedia: Mendoza, San Luis, La Pampa, Río Negro, Tucumán, Salta, Entre Ríos
• Área Periférica Rezagada: San Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy, Corrientes, Formosa, Chaco, Misiones
• Área Mixta: Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego


Describir el uso de computadoras en general, nos brinda indicadores sobre el grado de alfabetización digital de la población; esto es, si mínimamente saben lo que es una computadora y cómo usarla en sus funciones básicas. En base a la información general que provee la base de datos ENTIC 2011, es posible describir el uso de computadoras que diferencia a cada uno de las cuatro áreas territoriales del país planteadas por Cao y Vaca (2006).

Casi el 18 % de las personas en las provincias periféricas rezagadas no usan computadoras porque no tienen acceso a ellas. Esta circunstancia es similar en las provincias del área mixta, donde lo mismo ocurre con el 17 % de las personas. La accesibilidad mejora par el caso de las provincias del área periférica intermedia (14 % tienen problemas de accesibilidad) y del área central (13 %). Este dato sugiere la necesidad de seguir profundizando las políticas de igualdad digital y acceso a las TIC en las provincias periféricas rezagadas y las provincias de la región patagónica, compuesta casi en su totalidad por el área mixta.


El área periférica rezagada presenta también los peores valores en relación al uso de computadoras en los 3 meses previos a la encuesta, ya que el 59,83 % de la población general en dicha área no ha hecho ningún uso en dicho lapso de tiempo. En comparación, en la región mixta, el 46,70 % de la población no ha usado computadoras en los últimos 3 meses. No obstante, la proporción de ausencia de uso de computadoras en las provincias periféricas rezagadas, es bastante similar a la de las provincias centrales (56,23 %) y la de las periféricas intermedias (55,22 %).

Siendo las provincias del área mixta todas ellas de la región patagónica, cabría preguntarse si el mayor uso de computadoras en los últimos meses no tiene alguna relación con las características geográficas propias de esa región del país, que podría motivar el mayor y más frecuente empleo de TIC para comunicarse, como estrategia para sobrellevar las inclemencias climáticas.

El uso de computadoras en escuelas es mayor en las áreas territoriales periféricas de Argentina (20,04 % para las provincias periféricas rezagadas y 19,02 % para las provincias periféricas intermedias), que en las áreas territoriales con mayor desarrollo socio-económico (12,90 % para las provincias centrales y 14,07 % para el área mixta). Este dato sugiere que habría, o mayor inversión educativa en gabinetes de computadoras, y/o mejor y mayor aprovechamiento de dichos gabinetes por parte de los docentes, en las provincias menos desarrolladas.

Los datos nuevamente indican que en las áreas periféricas del país el aprovechamiento educativo de las computadoras por parte de la población es mayor (52,70 % en las rezagadas y 48 % en las intermedias), que en las áreas centrales (41,77 %) y mixtas (43,98 %).

Por el contrario, el área donde más se emplean las computadoras para uso recreativo y lúdico es en el área mixta, donde el 62,11 % de los encuestados dicen darle tal uso. Le siguen el área central (57,72 % de los encuestados), el área periférica intermedia (55,85 %) y el área periférica rezagada, con el 51,64 % de los encuestados. Esta última área es aquella en la que la población hace de las computadoras un mayor uso educativo y menor uso para ocio.

Así mismo, en las provincias periféricas, quienes hacen uso escolar de las computadoras, lo hacen también con mayor frecuencia semanal. Alrededor de un 18 % de los encuestados en las provincias periféricas, usan las computadoras escolares con una frecuencia de al menos una vez por semana; mientras que para las provincias de las áreas central y mixta, sólo el 12 % de los encuestados emplean las computadoras en las escuelas con esa misma frecuencia.

El modo de empleo de Internet y las causas de su no apropiación, nos brindan información sobre el desarrollo de capacidades digitales más avanzadas que el mero saber usar una computadora (por ejemplo, acceso a la información y el conocimiento, experiencia de búsqueda de información en la red, entre otras capacidades). Analizamos a continuación, algunos datos al respecto.

En las provincias periféricas rezagadas, la principal causa de no uso de Internet es que se desconoce su utilidad o no se tienen necesidad de ella. Al mismo tiempo, comparativamente, el no uso de Internet debido a no acceso a la red, es similar entre el área periférica rezagada y el área central, con lo cual se comprueba que la accesibilidad no es un problema diferencialmente crítico en las provincias menos desarrolladas del país.

Este conjunto de datos nos permitirían sugerir que en las provincias periféricas rezagadas sería recomendable fortalecer acciones de promoción y concientización sobre la necesidad y utilidad del empleo de Internet para el desarrollo humano y económico de la ciudadanía. En otras palabras, el problema no parece ser la disponibilidad y acceso a las tecnologías; si no el no tener conciencia de su utilidad para la vida cotidiana y para la construcción del propio proyecto de vida.

En las provincias de mayor desarrollo económico, mayor es la cantidad de personas que hicieron uso de Internet en los últimos 3 meses. Este dato (el porcentaje de personas que han usado recientemente Internet) podría ser un indicador del grado de desarrollo económico de un territorio y del nivel socioeconómico de su población.

Es mayor el uso de Internet para actividades educativas en las provincias periféricas rezagadas que en las restantes tres áreas territoriales. Parece existir una gradiente ascendente, que va del área Central, pasando por la Mixta, luego la Periférica Intermedia, y el mayor porcentaje, comparativamente, en la Periférica Rezagada. Ello podría ser un indicio de que en estas últimas provincias el uso de Internet por parte de la población, se da en mayor medida por efecto de su accesibilidad en el marco del sistema educativo; mientras que en las áreas territoriales económicamente más desarrolladas del país, el acceso a Internet se da con mayor frecuencia en ámbitos diferentes al escolar y motivado por razones diferentes de las educativas.


Por el contrario, si se analiza la variable “uso de Internet para ocio y recreación”, y se compara con el análisis realizado previamente para la variable “uso de Internet para actividades educativas”, podemos decir que la gradiente en este caso es descendente, para el supuesto continuo entre provincias: Centrales  Mixtas  Periféricas Intermedias  Periféricas Rezagadas. Es decir, que es más frecuente el uso de Internet para ocio y recreación en las provincias del área central, que en las del área periférica rezagada. Este dato cuantitativo parece sugerir la hipótesis de que, a mayor nivel socioeconómico de la población, es más frecuente el uso de Internet con finalidad recreativa.

A continuación, vamos a comparar entre sí cuatro provincias, cada una de ellas representativa de cada área territorial: Santa Fe (Área Central), Chubut (Área Mixta), San Luis (Periférica Intermedia), Jujuy (Periférica Rezagada).

Los datos muestran que en tres de las jurisdicciones el acceso a computadoras en los últimos tres meses es mayor para las mujeres que para los varones. En Jujuy, en cambio, no existe ninguna diferencia al respecto entre hombres y mujeres.

El uso reciente de computadoras por parte de la población escolarizada en el nivel medio es bastante similar entre el interior de la provincia de Santa Fe (sin Santa Fe capital, ni Rosario) y la provincia de Jujuy. En cambio, se observa un mayor impacto de la escolaridad en la recencia en el uso de computadoras en las otras dos áreas territoriales: en San Luis, el 89 % de los estudiantes de nivel medio han usado computadoras en los últimos 3 meses; y en Chubut, el 84 %. Comparados esos valores con el 59 % de Jujuy, y el 58 % del interior de Santa Fe, estamos hablando de valores 30 % por debajo de las provincias mejor posicionadas al respecto. Ello haría recomendable indagar en qué se diferencian los programas de implementación de TIC entre los jóvenes en las provincias más exitosas, para evaluar posibles mejoras a implementar en las provincias más retrasadas en este indicador.

En cuanto al uso de computadoras en escuelas, reconocido por los jóvenes estudiantes del nivel medio, es mayor en San Luis (69 %), le siguen Jujuy (56 %), Chubut (43 %) y el interior de Santa Fe (30 %).

La población escolarizada de nivel medio reconoce emplear computadoras para actividades educativas, en un 96 % en San Luis, un 94 % en Jujuy, un 79 % en el interior de la provincia de Santa Fe y un 78 % en Chubut. En Jujuy, San Luis y Chubut, son similares las proporciones de varones y mujeres que opinan así; mientras que en Santa Fe los varones dicen hacer un uso de las computadoras para este tipo de actividades, en un 10 % menos que las mujeres.

Esta última área es aquella en la que la población hace, de las computadoras, un mayor uso educativo y menor uso para ocio. La provincia en la que los estudiantes de nivel medio les dan mayor uso para ocio a las computadoras, es Chubut, con el 73%; y aquella en la que los jóvenes le dan menor uso de este tipo a las computadoras, es Jujuy, con el 30 % de los casos.

En Santa Fe los varones hacen un mayor uso de las computadoras con finalidades recreativas, mientras que en las otras jurisdicciones no se observan diferencias significativas entre hombres y mujeres.

La recencia en el uso de Internet es elevada en San Luis (95 % de los consultados dicen haberla usado en los últimos 3 meses) y en Santa Fe (85 %). Mientras que Chubut y Jujuy muestran valores del 79 %, mostrando así una menor cantidad de jóvenes estudiantes de nivel medio que hayan usado en los últimos 3 meses Internet.

En Jujuy, prácticamente la totalidad de los jóvenes hacen uso educativo de Internet (95%). Las jurisdicciones que le siguen son San Luis (94 %), Chubut (81 %) y Santa Fe (70 %). Los valores de hombres y mujeres en cada jurisdicción son similares, a excepción de Santa Fe (interior de la provincia sin sus principales núcleos urbanos), donde el 76 % de los varones escolarizados en el nivel medio la usan con finalidad educativa, contra el 65 % de las mujeres.

El mayor uso de Internet con finalidad de ocio y recreación, entre jóvenes escolarizados del nivel medio, se observa en San Luis y Santa Fe (85 % y 84 %), luego en Chubut (79 %). Jujuy presenta los valores más bajos al respecto, con 52 %; lo que, luego de haber analizado otras variables, permite afirmar que en esta provincia el uso de Internet principalmente se da con finalidad educativa. No hay diferencias significativas entre hombres y mujeres, salvo en la provincia de Chubut, donde el 85 % de los varones dicen hacer un uso de Internet para ocio, contra 74 % de las mujeres.

Por último, se observa que la correlación entre el uso de Internet para actividades educativas y su uso para recreación y ocio, es débil. Por un lado, sigue existiendo una débil tendencia negativa entre el uso de Internet con finalidad educativa y el uso de Internet para ocio; pero, por otro lado, la asociación entre ambas variables aumenta entre los estudiantes del nivel medio. Es decir, es más frecuente entre los jóvenes de dicho segmento, que a mayor uso educativo, ocurra menor uso para ocio y, a la inversa, que a mayor uso para ocio, menor sea el uso educativo.


CONCLUSIONES

Como se desprende de los datos de las encuestas ENTIC y EAHU del INDEC aquí analizadas, las políticas públicas de accesibilidad digital parecen tener un notorio impacto en las provincias periféricas argentinas.

Sin embargo, también se observa que dicho efecto aún puede mejorarse, especialmente si se realizan acciones de concientización y apropiación de las TIC en dichas regiones; donde la población aún no ha alcanzado en tal sentido niveles similares a los del resto del país.

En dicho proceso de desarrollo del conocimiento y las competencias tecnológicas de la población de las provincias periféricas, será necesario instrumentar estrategias adecuadas para evitar algunos fenómenos colaterales al empleo de computadoras e Internet que se observan en regiones económicamente más desarrolladas.

Por caso, se debe evaluar y diseñar el modo en que el aumento de la conciencia de utilidad de las TIC y el aumento de prácticas tecnológicas en las poblaciones, coincida con el aumento y mejora de su aprovechamiento educativo y formativo, sin que se dispare o aumente significativamente su uso meramente recreativo o para ocio.

Dado que los procesos de innovación tecnológica representan un factor clave para el desarrollo económico de un territorio, se hace visible la necesidad de profundizar el estudio del fenómeno de la apropiación de las TIC en las regiones más desfavorecidas del país, para seguir fundamentando e impulsando políticas en tal dirección.


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- Cao, H.; Vaca, J.(2006) Desarrollo regional en la Argentina: la centenaria vigencia de un patrón de asimetría territorial. Revista eure (Vol. XXXII, Nº 95), pp. 95-111. Santiago de Chile, mayo de 2006. Disponible en: http://www.scielo.cl/pdf/eure/v32n95/art06.pdf
- INDEC (2011) Encuesta Anual de Hogares Urbanos. Diseño de registro y estructura para las bases de microdatos individual y hogar. Tercer trimestre de 2011.
- INDEC (2011) Encuesta Nacional de Tecnologías de la Información y la Comunicación. Diseño de registro y estructura para las bases de microdatos individual y hogar. Módulo aplicado durante el tercer trimestre del 2011.

domingo, 27 de septiembre de 2015

¿Escribir el Tiempo o que el tiempo nos escriba?

Por Néstor R. Martiarena


Pensar en las décadas como fracciones mensurables de la historia de la humanidad, de una nación o de una sociedad en un territorio dado, es un recurso frecuentemente utilizado para divulgar procesos de los que las ciencias sociales procuran dar cuenta.

Como recurso para modelizar procesos epocales, es bastante eficaz, ya que la matriz cognitiva occidental ha formateado con el sistema decimal, desde hace más de dos mil quinientos años, la capacidad humana de explicar el cosmos de la física y el microcosmos de las ciencias humanas: el número 10, o próximos a él, en todas las ciencias, constituyen un patrón para encontrar unidades fenoménicas que se conforman con aproximadamente esa cantidad de elementos constituyentes.


Ejemplos sobran en todas las ciencias, sean de las arcaicamente mal denominadas “duras” (hoy en día sumamente relativizadas en su epistemología por numerosas teorías de esas propias ciencias) o de las más jóvenes ciencias humanas y sociales, herederas de la filosofía, la hermenéutica y la filología.

Por dar algunos ejemplos, en el campo de la matemática, en numerosas civilizaciones a lo largo de la historia de la humanidad el número 10 fue tomado como fundamento para desarrollar sistemas de cálculo y medición, indudable efecto del uso del propio cuerpo (los dedos de la mano) como ábaco; o el cuadrado del número Pi es 9,8696; el 10 es la base del sistema decimal que ha configurado las ciencias matemáticas, físicas y estadísticas. Incluso numerosos fenómenos cósmicos se aproximan a dicha cifra, como los ciclos de erupciones solares que la astronomía determina cada 11 años.


De manera análoga, en las ciencias humanas, el diez se ha vuelto fundamental en términos explicativos. En historia, Giambattista Vico y su teoría pendular de la historia con el corsi e ricorsi como metáfora explicativa; en economía, la teoría de los ciclos de Schumpeter y los ciclos de Juglar; en psicología, los estudios clásicos del cognitivismo de Miller sobre el mágico número 7 más/menos 2 (o sea, un número entre 5 y 9, con el nueve o diez como extremo máximo para la óptima capacidad humana de procesamiento de información); sólo por nombrar algunos ejemplos.


Volviendo a nuestro interés inicial por las décadas, es indudable que la visión pendular de la historia tiene no solo atractivo, sino que para los argentinos se ha vuelto una verdad casi incuestionable. Cada diez años nuestro país, nuestra provincia, cada uno de nuestros territorios, viven una profunda reconfiguración de patrones de ordenamiento, convivencia y “contrato social”, por llamarlo de alguna manera.

Sin embargo, cabe repensar el modelo histórico de Vico más como una circunvolución alrededor de una órbita que si se desacelera lleva a estrellarse, cual nave espacial en apuros, de vuelta en el planeta de origen; o que, si se acelera cada vez más, puede la nave lograr un salto cualitativo, impulsado por la gravedad del planeta de origen, más la centrífuga, hacia otro cuerpo celeste próximo y su influencia gravitatoria. Según ese principio las naves espaciales tripuladas Apolo y las no tripuladas rusas Lutnik lograron en los ’60 y ’70 llegar a la Luna.


No se trata siempre de ir y venir como un péndulo por la historia, haciendo y deshaciendo. La política, la economía, las prácticas sociales, requieren en nuestros territorios locales, en nuestra provincia, en nuestro país, en nuestro subcontinente y en el globo completo, algo muy diferente al tan consabido y recursivo pendular entre posiciones polarizadas. El verdadero salto cualitativo y transformador, no siempre es un cambio de ideas, modelos o grupos. A veces, especialmente cuando se quiere un cambio realmente profundo y superador, implica la aceleración expansiva en torno a cierta órbita.

Dicho en otros términos, al inicio, todo cambio se parte de nuevas ideas que despegan como un cohete desde algún punto del espacio social… Pero luego, si se permite a dicho cambio progresar lo suficiente, es altamente posible que el mismo nos lleve a una nueva dimensión del cosmos de la democracia y el desarrollo humano y económico.


En algunos espacios sociales, o en algunas de sus instituciones, es cierto, puede hacer falta que algunos “cohetes” ideológicos y praxiológicos se detengan y den lugar a nuevos “astronautas”, con nuevas “misiones” y nuevos rumbos posibles (que en un principio parecerán circulares, orbitales y rutinarios, en torno a nuevas rutinas hasta entonces desconocidas, claro). En otros espacios del campo social, a su vez, las órbitas hasta aquí trazadas podría ser más recomendable seguir potenciándolas, acelerándolas y expandiéndolas, no para quedarse atados a los fundamentos de su origen, sino para dar un salto espacial hacia la construcción de una realidad humana, social e institucional superadora.

Escribo estas líneas, que buscan inaugurar este espacio virtual de reflexión, opinión y motorización de debates y pensamientos, aunque por sobre todo de acciones, en un momento histórico que para nuestro país, nuestro Jujuy y nuestros territorios locales en la provincia, resultará señero en el sentido de los cambios. Entendiendo que el cambio deseado, no se limita a meros eslóganes, sino que muchos de los verdaderos cambios podrían ser reconfirmaciones de proyectos y liderazgos, así como también podrán ser lo contrario; y el conjunto de cambios integrantes del cambio, seguramente conjugará una constelación sumamente enredada y compleja de cambios de todos los colores, potencias y volúmenes, atravesados, cruzados al paso, por las fuerzas del poder hegemónico procurando la continuidad del status quo en sus aspectos más inhabilitantes, egoístas y regresivos, ni siquiera conservadores.

La realidad es más compleja que lo meramente enunciable (aunque lo que se enuncia en gran medida performa la realidad humana, no se discute). Sin embargo, atarse a la palabra “cambio” como a un lema de cruzados medievales, no muestra siempre la pertenencia real al campo de los agentes del cambio social…

Ejemplo de ello lo hemos tenido recientemente en la elección de cierto Colegio profesional jujeño, que tuvo lugar a comienzos de septiembre. Dos listas se proponían en sus lemas como “cambio”. Pero la perdedora, demostró su regresividad, corrupción y perversión de la democracia en una seguidilla de acciones de despedida: nunca comunicar oficial y públicamente los resultados de las elecciones, imponer de un modo inédito y triste que la asunción de la nueva conducción tenga lugar 20 días después de las elecciones (cuando en cualquier colegio o gremio se asume de inmediato), tener tiempo así para “ordenar” las cuentas siendo que no existía balance realizado en tiempo y forma (de hecho el balance se elaboró... los dos días previos a la asunción de las nuevas autoridades), procurar (sin éxito por suerte) que la asunción de las nuevas autoridades sea en un lugar físico diferente al del propio Colegio, mostrar irregularidades administrativas que comprometen el uso discrecional y unipersonal de fondos y depósitos de la institución, contratar a días del final de su mandato una fiesta y brindis para los colegas pretendiendo que se realice y cancele su pago durante el mandato del Consejo Directivo que asume; comprar varios aires acondicionados después de haber perdido las elecciones; intentando comprometer de arranque, como se observa, la gestión de quienes si vienen por el cambio, la transparencia, el compromiso y una nueva etapa de progreso, desarrollo y conquistas sociales para los colegiados.


Es solo una diminuta muestra, pero que bien sirve de ejemplo y de recurso para reflexionar con apoyo de un fragmento de la materialidad del contexto social e institucional jujeño, como recorte a la hora de pensar y repensar nuestro futuro.

Inicia una nueva década (no hace falta esperar al 2020). La que aproximadamente comenzó en 2003 está llegando a su fin. La nueva década tiene que ser un ciclo superador, que construya sobre lo ya construido con solidez y que tire abajo lo edificado con cimientos inadecuados. No debería ser un derrumbar hasta el último ladrillo, porque el cambio a ese extremo, inmoviliza en movimientos pendulares funcionales a la institución de la indecisión y la cobardía como forma de control social que fortalece los determinismos más serviles.

En “Así habló Zaratustra”, en el capítulo titulado “De la visión y el enigma”, Nietzsche emplea como metáfora la visión de un pastorcillo atrapado en la constricción de una enorme serpiente que se le ha enrollado en su cuerpo, a la vez que se muerde su propia cola como la figura alquímica del Ouroboros.


El pastor está inmovilizado por el temor y el asco, pero Zaratustra le ordena morderle la cabeza a la serpiente para cortársela y liberarse de la opresión. Al animarse y hacerlo, el pastor hace de metáfora o símbolo de la liberación respecto a un tiempo circular, repetido, carente de incertidumbres, un tiempo casi muerto en la rutinización, la compulsión repetitiva carente de significaciones, el hastío y el descompromiso; para dar lugar a la decisión de afrontar valiente y creativamente su tiempo vital.

Desde hace ya una década hemos empezado a morder la cabeza de la serpiente. Es hora de seguir escribiendo el Tiempo.